
“No se turbe su corazón; crean en Dios, crean también en Mí. 2 En la casa de Mi Padre hay muchas moradas; si no fuera así, se lo hubiera dicho; porque voy a preparar un lugar para ustedes. 3 Y si me voy y les preparo un lugar, vendré otra vez y los tomaré adonde Yo voy; para que donde Yo esté, allí estén ustedes también. 4 Y conocen el camino adonde voy».5 «Señor, si no sabemos adónde vas, ¿cómo vamos a conocer el camino?», le dijo Tomás. 6 Jesús le dijo: «Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por Mí” (Juan 14:1-7).
El pecado humano es un gran abismo entre Dios y el hombre. Nosotros no podemos llegar a Dios sin haber sido cambiados por su santidad. Esto fue simbolizado en la adoración judía, donde nadie, salvo el sumo sacerdote, podía entrar a la presencia de Dios una vez al año. Pero Jesús ha venido a darnos un camino, aún más, para ser “el Camino” hacia el Padre. Únicamente a través de él podemos llegar a Dios.
Jesús también es la Verdad. Él es el cumplimiento de las profecías en el Antiguo Testamento, y del simbolismo de la religión judía. Él es la verdad que toda la religión de Israel estaba esperando. Además, Jesús hace que el verdadero Dios sea conocido por medio de sus enseñanzas.
En tercer lugar, Jesús es la vida. Él «tiene vida en sí mismo» (Juan 5:26) y puede dar vida eterna a cualquiera que crea en Él. Jesús conquistó la muerte al levantarse de entre los muertos, y destruir su poder al pagar la muerte que la humanidad merecía por sus pecados.
¿Has hallado ya la Verdad y la Vida al seguir a Jesús?