
(Esta entrada del blog está inspirada en el libro «La toma de decisiones y la voluntad de Dios» de Garry Friesen. ¡Una obra muy recomendada! Vea este enlace para una vista previa).
Creo que todo el mundo ha experimentado en algún momento de su vida el tener que tomar una decisión que parece imposible de realizar. Tal vez has tenido que decidir a qué escuela asistir, si mudarte a una ciudad diferente o incluso con quién salir o casarte. Incluso puede ser que seas el tipo de persona que ni siquiera puede decidir qué desayunar. Tomar decisiones es difÃcil y encontrar la voluntad de Dios para ellas puede hacerlo aún más complicado.
Yo conozco este dilema. Una vez pasé dos años averiguando la voluntad de Dios para una relación que tuve en el pasado. Pasé muchas noches sin dormir pensando cuál serÃa la mejor decisión. Oraba para que Dios me mostrara qué decisión tomar. Tal vez Dios podrÃa decÃrmelo a través de una señal, un amigo, o un sermón. Yo no querÃa tomar una decisión tan importante por mi misma. Necesitaba que Dios me lo dijera directamente. Sin embargo, nunca lo hizo, al menos no de forma notable, y al final la decisión la tomé sin una señal clara de Dios.
Esto nos plantea algunas preguntas. ¿Me salté la dirección de Dios?¿PodrÃa en cierto modo haber visto la voluntad de Dios en mis circunstancias o en los consejos de mis amigos? ¿Debà esperar a que Dios me revelara su voluntad con mayor claridad? ¿Acaso esto me llevó a tomar una decisión equivocada Es posible que simplemente no supe discernir la voluntad de Dios. Tal vez nunca me lo enseñaron en mi iglesia o mis padres. Entonces: ¿Cómo nos da a conocer Dios su voluntad? ¿Tiene Ãl una voluntad perfecta para cada una de nuestras vidas, y si es asÃ, cómo basamos nuestra toma de decisiones diaria en esa voluntad perfecta ¿Es posible salirse de la voluntad de Dios, incluso cuando pensamos que estamos tomando decisiones justas o buenas?
La voluntad de Dios en la Biblia
La voluntad de Dios está claramente descrita en la Biblia, a pesar de lo confusa que puede parecer en nuestra vida cotidiana. Sin embargo, la Biblia también puede causar confusión, ya que hay dos significados evidentes y muy distintos para el término «voluntad de Dios». Estas son âla voluntad soberanaâ de Dios y âla voluntad moralâ de Dios. Por lo tanto, es bueno hacer una distinción entre estos términos.
La voluntad soberana de Dios
- «Muchos son los planes en el corazón del hombre, Mas el consejo del Señor permanecerá» (Proverbios 19:21).
- «Porque en verdad, en esta ciudad se unieron tanto Herodes como Poncio Pilato, junto con los gentiles y los pueblos de Israel, contra Tu santo Siervo Jesús, a quien Tú ungiste, 28 para hacer cuanto Tu mano y Tu propósito habÃan predestinado que sucediera» (Hechos 4:27-28).
- «Sin embargo, ustedes no saben cómo será su vida mañana. Solo son un vapor que aparece por un poco de tiempo y luego se desvanece.15 Más bien, debieran decir: Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquelloâ (Santiago 4:14-15).
Qué tienen en común todos estos versÃculos? Todos hablan de la voluntad de Dios que está oculta y que está destinada a cumplirse. La voluntad soberana de Dios es el plan secreto de Dios que determina todo lo que sucede en el universo (ver Daniel 4:35; Proverbios 16:33; 19:21; 21:1; Apocalipsis 4:11; Efesios 1:11; Romanos 9:19; 11:33-36; Hechos 2:23; 4:27-28; Santiago 4:14-15). Si leemos un buen libro de historia, estaremos leyendo la voluntad soberana de Dios para el pasado.
En general, la voluntad soberana de Dios es secreta. No conocemos sus planes para mañana o el dÃa siguiente. Sin embargo, hay dos excepciones al desconocimiento de la voluntad soberana de Dios. Una de ellas es la profecÃa (Amós 3:7). Por ejemplo, Dios nos dijo que Jesús regresará (Mateo 24:30) y que habrá guerras hasta ese momento ( Mateo 24:6-7). La otra excepción es el plan de salvación de Dios. Sabemos que a través de la fe en Jesús, somos perdonados y pasaremos la eternidad en su reino y presencia celestial.
Se puede ver la voluntad soberana de Dios en toda la Biblia. A pesar de las malas decisiones de las personas, Dios nunca se limitó y finalmente trajo la redención a través de la muerte y resurrección de Jesús. Las malas decisiones de los humanos no obstaculizaron el plan perfecto de Dios. El pueblo de Israel fue elegido para ser una nación santa y una imagen de quién es Dios para el resto de las naciones. No obstante, el pueblo de Israel tomó muchas decisiones equivocadas. Basta con leer el Antiguo Testamento para ver esto claramente. Pero Dios permaneció fiel a una nación infiel y no permitió que sus terribles decisiones se interpusieron en el camino de su voluntad soberana.
Otro ejemplo es la vida de José. Este fue vendido como esclavo por sus propios hermanos, acosado por la mujer de su amo y además encarcelado. Pero cuando sus hermanos acudieron a él temerosos, José dijo: «En cuanto a vosotros, quisisteis hacer el mal contra mÃ, pero Dios lo quiso para el bien, para que se mantuviera viva mucha gente, como hoy» (Génesis 50:20). Sus hermanos, la mujer de Potifar y el copero tomaron malas decisiones, pero Dios las utilizó para el bien.
Ahora bien, como la voluntad soberana de Dios es en gran parte secreta, no suele influir en nuestras decisiones. Sin embargo, nos muestra que en última instancia no tenemos el control. Nuestras elecciones tienen un impacto y tenemos una responsabilidad por ellas, pero Dios es quien a través de nuestras buenas o malas elecciones tiene las riendas. No estamos en manos del hombre; estamos en las manos de un Dios bondadoso y comprensivo que todo lo hace por el bien de los que le aman (Romanos 8:28).
La voluntad moral de Dios
- «Pero si tú, que llevas el nombre de judÃo y te apoyas en la ley; que te glorÃas en Dios 18 y conoces Su voluntad; que apruebas las cosas que son esenciales, siendo instruido por la ley» (Romanos 2:17-18).
- «Porque esta es la voluntad de Dios: su santificación; es decir, que se abstengan de inmoralidad sexual; 4 que cada uno de ustedes sepa cómo poseer su propio vaso en santificación y honor, 5 no en pasión degradante, como los gentiles que no conocen a Dios.6 Que nadie peque ni defraude a su hermano en este asunto, porque el Señor es el vengador en todas estas cosas, como también antes les dijimos y advertimos solemnemente» (1 Tesalonicenses 4:3-6).
- «El mundo pasa, y también sus pasiones, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre» (1 Juan 2:17).
- «No mates al inocente» (Ãxodo 23:7).
- «Las cosas secretas pertenecen al Señor nuestro Dios, pero las cosas reveladas nos pertenecen a nosotros y a nuestros hijos para siempre, a fin de que guardemos todas las palabras de esta ley» (Deuteronomio 29:29).
Estos versÃculos muestran la voluntad moral de Dios, los cuales son los mandatos revelados por Dios en la Biblia para enseñar cómo deben creer y vivir los hombres (Romanos 2:18; 1 Tesalonicenses 4:3; 5:18; 2 Corintios 6:14; además de todos los demás mandatos directos en las Escrituras). Donde Dios ha hablado en la Biblia, el creyente debe obedecer.
En contraste con la voluntad soberana de Dios, la voluntad moral de Dios está plenamente revelada en la Biblia. Ãsta no es secreta, y los seres humanos a menudo no la cumplimos e incluso podemos elegir desobedecerla. La voluntad soberana de Dios se cumple independiente de nuestra voluntad o desacuerdo con ella. La voluntad moral de Dios la podemos desobedecer y por ello juega un papel más importante en nuestra toma de decisiones. Podemos elegir ser honestos o no serlo; ver a otras personas con amor o con lujuria; ser humildes u orgullosos; ser diligentes o perezosos; estar conformes o ser codiciosos, etc..
El cumplimiento de la voluntad moral de Dios es tan importante que los creyentes se distinguen de los incrédulos en función de su respuesta a los mandatos de Dios. Jesús dijo que los que cumplen la voluntad moral de Dios entrarán en el reino de los cielos, mientras que los que no lo hacen no lo harán (Mateo 7:21; 21:31). Usando términos diferentes, Jesús también dijo que aquellos que obedecen la voluntad de Dios son parte de su familia espiritual (Mateo 12:50). Ahora, por supuesto, sabemos que seguir la voluntad moral no nos justifica y sólo es posible cumplirla a través del EspÃritu Santo. Pero la voluntad moral de Dios es la expresión del carácter de Dios y nosotros estamos llamados a ser portadores de su imagen.
- «Pues lo que la ley no pudo hacer, ya que era débil por causa de la carne, Dios lo hizo: enviando a Su propio Hijo en semejanza de carne de pecado y como ofrenda por el pecado, condenó al pecado en la carne, 4 para que el requisito de la ley se cumpliera en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al EspÃritu» (Romanos 8:3-4).
- «Porque ustedes, hermanos, a libertad fueron llamados; solo que no usen la libertad como pretexto para la carne, sino sÃrvanse por amor los unos a los otros. 14 Porque toda la ley en una palabra se cumple en el precepto: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo». 15 Pero si ustedes se muerden y se devoran unos a otros, tengan cuidado, no sea que se consuman unos a otros» (Gálatas 5:13-15).
Dios ha hecho todo lo posible para dar a conocer la voluntad moral a su pueblo. A los israelitas les dio la ley y su pacto, y cuando la incumplieron, el Señor envió a sus profetas. Al final, incluso envió a su único hijo. Por eso, parece un poco disparatado decir que no podemos encontrar la voluntad de Dios para nuestra vida.
¿Y la voluntad individual de Dios?
En este punto la cosa se complica. Por ahora hemos descubierto que la Biblia habla de una voluntad soberana y moral de Dios. La primera está oculta y siempre se cumplirá. La segunda es evidente en la Biblia, y nosotros, los humanos a menudo no la cumplimos; es más, podemos elegir desobedecerla. Sin embargo, ¿tiene Dios también una voluntad individual que hay que descubrir? Es decir, ¿tiene Dios una voluntad ideal y detallada que es única para cada persona ¿Tiene Dios una voluntad ideal y detallada para el trabajo que debes tener, la universidad a la que debes asistir, la persona con la que debes casarte, el lugar donde debes vivir etc.? Si la voluntad moral de Dios puede ilustrarse como un área encerrada en un cÃrculo, que contiene todos los mandatos y principios que son moralmente vinculantes para un creyente, ¿puede acaso la voluntad individual de Dios ser un punto en ese cÃrculo?[1].
Si tal voluntad existe, tomar decisiones se convierte en un proceso por demás complicado y la mayorÃa de los cristianos forcejean con esto cuando quieren tomar una decisión que esté en lÃnea con la voluntad de Dios. Lo mismo me ocurrió a mà la mayor parte de mi vida. Porque si pierdo la voluntad ideal y perfecta de Dios para mi vida, tomar una decisión equivocada me llevará a vivir una vida por debajo de lo ideal y el plan B de Dios. Tal vez no habrÃa tomado una decisión pecaminosa en absoluto, pero me habrÃa perdido la decisión perfecta; la decisión que habrÃa dado la mayor gloria a Dios.
La posibilidad de perder la voluntad individual de Dios puede crear mucha ansiedad e inseguridad si estás decidido a vivir una vida que glorifique a Dios. Por ejemplo, escoger el trabajo o la pareja equivocada puede cambiar tu vida. También puede hacer sentirte inseguro sobre tu propia madurez espiritual.
A menudo se dice que encontrar la voluntad individual de Dios es un hecho. Algunos pastores y lÃderes espirituales dicen que Dios revela Su perfecta voluntad a cada creyente; que sólo tienes que prestar mucha atención; que Ãl se preocupa por los detalles de tu vida, y que quiere hablarte a través de la pequeña voz interior del EspÃritu. También que Dios puede revelar su voluntad a través de tus circunstancias. Es posible escuchar historias de personas que encuentran la voluntad individual de Dios y ven la bendición de Dios en su vida. ¡Ojalá fuera asà de sencillo! Sin embargo, a menudo no lo es. Con la mayorÃa de las decisiones, existe la incertidumbre de no saber realmente si es la voluntad de Dios.
Ya sea que creas o no en la voluntad individual de Dios, el hecho es que la mayorÃa de nosotros elegimos ignorar esta voluntad de Dios cuando buscarla se vuelve inconveniente. Un adulto toma cada dÃa unas 35,000 decisiones remotamente conscientes (Sahakian y Labuzetta, 2013). Esta cifra puede parecer absurda, pero de hecho, tomamos 226.7 decisiones cada dÃa solo con la comida (Wansink y Sobal, 2007). AsÃ, conocer la voluntad de Dios es importante en las decisiones importantes de la vida, pero se vuelve insignificante en las decisiones ordinarias.
Las decisiones sobre qué ropa ponerse, cómo ir al trabajo y qué comer se toman en base al buen juicio sin largas reflexiones. Esta división entre decisiones importantes y ordinarias es práctica, pero no tiene sentido si se cree en un plan de vida ideal y detallado que Dios quiere dar a conocer a cada creyente. Si se nos dice que debemos encontrar la voluntad perfecta de Dios para cada decisión, ¿por qué decidimos ignorarla cuando la decisión es pequeña y aparentemente insignificante? Asà que la pregunta es. ¿Existe la voluntad individual de Dios?
¿Existe la voluntad individual de Dios?
Una canción holandesa que ha sido muy importante para mà en los últimos meses se llama «Wat de toekomst brenge moge» (lo que el futuro pueda traer). La canción habla de confiar en Dios, aunque no entiendas sus caminos. Una lÃnea dice: «Trátame como a un niño que no puede encontrar el camino solo: toma mi mano en tus manos y guÃame como a un niño». Esta frase ilustra el deseo del escritor de confiar ciegamente en Dios como un niño pequeño confÃa en sus padres; lo cual es una bella imagen. Pero, ¿acaso estamos ciegos? ¿Acaso somos niños que a cada paso tienen que escuchar la voz de su Padre?
Dios quiere ser nuestro Padre. ¿Cómo guÃa un padre a su hijo? ¿Cómo se enseña a un hijo a vivir una vida buena y exitosa Un padre le da a un niño reglas y le enseña valores. Además, le enseña creencias importantes. AsÃ, cuando el niño crece, empieza a entender la voluntad de su padre. No sólo porque su padre se lo haya dicho, sino también porque ha pasado tiempo en compañÃa de su padre. El niño sabe instintivamente lo que le dirá su padre. Entonces, el niño crece y es independiente para tomar sus propias decisiones. Ãl no corre a su padre cada vez que tiene que tomar una decisión. AsÃ, Dios quiere guiarnos, y enseñarnos su voluntad como un padre educa a su hijo. Pero también desea vernos crecer. Ãl quiere que nos familiaricemos con sus enseñanzas para que seamos capaces de tomar decisiones por nosotros mismos. De este modo, se nos da libertad y responsabilidad[1].
Esta libertad y responsabilidad personal (dentro de los lÃmites revelados) forma parte de su intención desde el origen. Asà lo declara explÃcitamente el primer mandamiento de la Biblia. «Puedes comer de todos los árboles del jardÃn, pero del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el dÃa que comas de él morirás». (Génesis 2:16-17) Adán y Eva podÃan comer de todos los árboles del jardÃn. Se les dio libertad. Pero esta libertad tenÃa lÃmites. Ellos no podÃan comer del árbol del conocimiento del bien y del mal. Por eso, Dios siguió dando libertad a su pueblo dentro de unos lÃmites revelados. Estos lÃmites nunca fueron vagos o difÃciles de descubrir.
Dios siempre habló alto y claro. Al pueblo de Israel se le dio la ley. Estas leyes eran extensas y muy claras. Ellas mostraban el carácter de Dios al pueblo y dentro de estas leyes habÃa libertad. Por ejemplo, a los israelitas se les dieron leyes especÃficas con respecto al matrimonio. Se suponÃa que debÃan casarse con alguien de su propio pueblo (Ãxodo 34:16; Deuteronomio 7:3-4), y si las mujeres poseÃan alguna tierra, debÃan casarse con alguien de su propia tribu como dice Dios a través de Moisés: «Que se casen con quien mejor les parezca, sólo que se casarán dentro del clan de la tribu de su padre». Ellas podÃan casarse con quien mejor les pareciera. Es decir, eran libres. Dios no iba a dar a cada uno de ellos una palabra divina sobre su futuro cónyuge.
AsÃ, Pablo escribió a los corintios:»La mujer está ligada a su marido mientras éste viva. Pero si su marido muere, es libre de casarse con quien quiera, sólo en el Señor» (1 Corintios 7:39). Pablo escribió el mandato para que los cristianos se casaran con otro creyente, pero aparte de esto, el creyente podÃa casarse con quien quisiera.
De esta manera, Dios continuó guiando a su pueblo a través de reglas claras en el Nuevo Testamento. Mientras no habÃa leyes ni revelación divina, habÃa un área de libertad y responsabilidad en la que los apóstoles y los miembros de la iglesia debÃan hacer sus decisiones. Esta área de libertad y responsabilidad se amplió inclusive con el nuevo pacto. Las regulaciones para la vida nacional de Israel fueron dejadas de lado (Hebreos 7:18; 10:9; Romanos 6:14; 7:6).
De este modo, en Cristo existe una libertad para elegir entre un menú más amplio que el que permitÃa la ley mosaica. Asimismo, Pablo sigue insistiendo en la libertad del creyente en una serie de cuestiones. Si existiera una voluntad individual de Dios para cada creyente, podrÃamos esperar que Pablo escribiera sobre cómo conseguirla. En lugar de ello, Pablo revela la voluntad moral de Dios y concede libertad con respecto a la circuncisión (1 Corintios 7:19), a comer alimentos ofrecidos a los Ãdolos (1 Corintios 10:27), las ofrendas (2 Corintios 9:7) y el matrimonio (1 Corintios 7:39).
La forma en que los apóstoles tomaron sus propias decisiones es especialmente llamativa. Ni una sola vez hay constancia de que buscarán descubrir la voluntad individual de Dios en sus decisiones. Las explicaciones de sus planes están redactadas con frases como: «Pensamos que era lo mejor» (1 Tesalonicenses 3:1 NVI), «He pensado que es necesario» (Filipenses 2:25), «Si parece aconsejable» (1 Corintios 16:4), «No es correcto/deseable» (Hechos 6:2), «Me pareció bien» (Hechos 15:22; 25; 28) y simplemente, «He decidido» (Tito 3:12). Claramente, estos hombres estaban ejerciendo su libertad de elección (asà como su responsabilidad de tomar una decisión sabia) dentro de la voluntad moral de Dios.
Dicho esto, a veces Dios proporciona una dirección especial a las personas. La Biblia está llena de ejemplos. El pueblo de Israel fue guiado a través del desierto por una columna de nube (Números 9:15-23), los profetas recibieron una revelación especial (Ezequiel, Moisés), la gente recibió sueños y visiones (Génesis 37:5-11; Hechos 10:9-16), y escucharon voces angelicales (Hechos 5:20). Sin embargo, hasta que el ángel se le apareció a Felipe diciéndole que fuera al camino que baja de Jerusalén a Gaza (Hechos 8:26-31), él era libre de predicar el evangelio dondequiera que hubiera oportunidad. La guÃa de Dios a través de sus escrituras y su sabidurÃa es normalmente suficiente. Si se necesita más, Dios tomará la iniciativa y dará una guÃa milagrosa adicional.
Entonces: ¿Tiene Dios una voluntad individual para cada creyente que tiene que ser descubierta La respuesta es simplemente, no. ¿Sabe Dios lo que es mejor para ti? SÃ, por supuesto. ¿Tiene Dios un plan? ¿Tiene Ãl el control? Por supuesto. ¿Nos guÃa Dios? SÃ, lo hace. Sin embargo, Dios no tiene una voluntad absoluta para nuestra vida que tengamos que descubrir. Ãl no quiere que nos pongamos a averiguar cuál es su voluntad en cuanto a la universidad a la que tenemos que asistir, qué ropa usar o en dónde vivir.
Esto puede hacerte sentir extremadamente incómodo. Incluso puede hacerte sentir algo perdido. Es reconfortante saber que podemos confiar en Dios para que nos muestre la decisión correcta que debemos tomar. Especialmente cuando se trata de una decisión difÃcil. Sin embargo, como descubriremos en la siguiente sección, se nos ha dado todo lo que necesitamos para tomar una buena decisión. «Su poder divino nos ha concedido todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó a su propia gloria y excelencia» (2 Pedro 1:3).
¿Cómo tomar una buena decisión?
En el libro «La toma de decisiones y la voluntad de Dios» el autor, Garry Friesen, resume la buena toma de decisiones en cuatro puntos:
- Donde Dios ordena, debemos obedecer.
- Donde no hay mandamiento, Dios nos da libertad (y responsabilidad) para elegir.
- Donde no hay mandamiento, Dios nos da sabidurÃa para elegir.
- Cuando hayamos elegido lo que es ético y prudente, debemos confiar en que el Dios soberano hará que todos los detalles influyan en el bien.
Ya escribà sobre los dos primeros puntos. Dios revela su voluntad moral en la Biblia, y donde no hay mandatos, se nos da la libertad de elegir. Esta libertad puede ser desalentadora, pero Dios no nos deja en ese estado.
Si le preguntas a un experto en la Biblia qué debes leer cuando quieres saber cómo vivir correctamente, probablemente te señalarÃa los libros de sabidurÃa de la Biblia: Proverbios, Eclesiastés, Cantar de los Cantares y Job. La literatura sobre sabidurÃa es apasionante porque trata de forma directa los temas que atañen la vida. Por ejemplo, no hay nada más práctico que el libro de los Proverbios.
Todos estos libros abordan el concepto de la sabidurÃa. La cual es un tema importante en la Biblia, que no sólo se encuentra en la literatura «filosófica» sino en todos los libros de la Biblia. Toda la Biblia es literatura de reflexión que a medida que te sumerges en ella, te da sabidurÃa y conocimiento. Pero ¿qué es la sabidurÃa En nuestra comprensión moderna (y occidental), con frecuencia se refiere al conocimiento intelectual. Si alguien es sabio, probablemente sea inteligente y cuente con una gran experiencia de vida. Pero en la Biblia la palabra tiene un significado diferente. En el libro de los Proverbios, la sabidurÃa se describe como el temor del Señor. Ãsta es una reverencia amorosa hacia Dios que incluye la obediencia a su señorÃo y al mandato de su palabra (Eclesiastés 12:13). De una manera más directa, la sabidurÃa consiste en confiar en que Dios sabe más que todos, lo que lleva a vivir la vida de acuerdo con sus mandatos.
- «El temor del Señor es el principio de la sabidurÃa;Los necios desprecian la sabidurÃa y la instrucción» (Proverbios 1:7).
- «No seas sabio a tus propios ojos;Teme al Señor y apártate del mal» (Proverbios 3:7).
- » La conclusión, cuando todo se ha oÃdo, es esta:Teme a Dios y guarda Sus mandamientos,Porque esto concierne a toda persona. Porque Dios traerá toda obra a juicio,Junto con todo lo oculto, sea bueno o sea malo» (Eclesiastés 12:13-14).
Para obtener la verdadera sabidurÃa, debemos dejar de confiar en nosotros mismos y en nuestra propia apreciación de lo que es «bueno» y confiar más bien en la sabidurÃa de Dios y en sus mandamientos. Ahora bien, esto no es algo que tengamos que hacer con nuestras propias fuerzas, ya que Santiago dice: «Si a alguno de vosotros le falta sabidurÃa, que se la pida a Dios, que da generosamente a todos sin reproche, y le será dada» (Santiago 1:5). En realidad, Dios nos dará sabidurÃa para que seamos capaces de vivir la buena vida que se describe en el libro de los Proverbios. Pero, ¿cómo se logra esto? Gracias a su EspÃritu
El EspÃritu Santo
En el Antiguo Testamento, Dios siempre dio una guÃa clara a través de sus mandamientos, profetas y revelación sobrenatural. Luego vino Jesús y nos mostró quién es Dios; su carácter, su sabidurÃa y su voluntad. Jesús es el que nos ha revelado a Dios. Pero cuando Jesús dejó la tierra no nos dejó desamparados. Por eso recibimos el Consolador, el EspÃritu Santo.
- «Si ustedes me aman, guardarán Mis mandamientos. Entonces Yo rogaré al Padre, y Ãl les dará otro Consolador para que esté con ustedes para siempre; es decir, el EspÃritu de verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque ni lo ve ni lo conoce, pero ustedes sà lo conocen porque mora con ustedes y estará en ustedes» (Juan 14:15-17).
- «Pero el Consolador, el EspÃritu Santo, a quien el Padre enviará en Mi nombre, Ãl les enseñará todas las cosas, y les recordará todo lo que les he dicho» (Juan 14:26)
Cuando Jesús partió, no nos dejó como huérfanos sin alguien que nos encaminará. Por el contrario, el Padre envió a su EspÃritu Santo para que nos condujera siempre a Jesús, llamándonos a las palabras que Dios ha pronunciado a través de su Hijo. El EspÃritu es el aliento vital de Dios; su presencia en nosotros. Al igual que en Génesis 1, el EspÃritu es la presencia de Dios que crea orden, belleza y vida en lugares que antes eran oscuros, desordenados e inhabitables.
Entonces, ¿cómo nos ayuda el EspÃritu en nuestra toma de decisiones? ¿Nos dice la decisión correcta que debemos tomar hablándonos a través de una pequeña voz interior? No, el EspÃritu escribe la ley moral de Dios en nuestros corazones para que podamos ser libres en Cristo. A través del EspÃritu, somos capaces de desear la voluntad moral de Dios. Pablo lo dice asà en Romanos 8:5-10:
«Porque los que viven según la carne ponen su mente en las cosas de la carne, pero los que viven según el EspÃritu ponen su mente en las cosas del EspÃritu. Porque poner la mente en la carne es muerte, pero poner la mente en el EspÃritu es vida y paz. Porque la mente que está puesta en la carne es hostil a Dios, pues no se somete a la ley de Dios; es más, no puede. Los que están en la carne no pueden agradar a Dios. Pero ustedes no están en la carne, sino en el EspÃritu, si es que el EspÃritu de Dios mora en ustedes. Quien no tiene el EspÃritu de Cristo no le pertenece. Pero si Cristo está en vosotros, aunque el cuerpo esté muerto por el pecado, el EspÃritu es vida por la justicia«.
Por medio del EspÃritu, somos transformados a la imagen de Jesús (Romanos 8:29). Somos una nueva creación (2 Corintios 5:17; Gálatas 6:15). Una creación que estaba muerta pero que ahora está viva. Al igual que en Génesis 1, cuando Dios creó el orden, la belleza y la vida en un entorno oscuro, caótico e inhabitable. Dios quiere transformarte para que Su vida, belleza y orden también reinen en ti.
Ahora bien, ¿es fácil hacer las cosas del EspÃritu, las cosas de Dios? Lamentablemente, esto no es asÃ. En el capÃtulo 7 de Romanos, Pablo muestra la lucha por la que pasan todos los creyentes, y es que al igual que Pablo, «no hago el bien que quiero, sino que el mal que no quiero es lo que sigo haciendo» (Romanos 7:19). Además, asà como él :»Tengo el deseo de hacer lo correcto, pero no la capacidad de llevarlo a cabo» (Romanos 7:18b). Creo que todos debemos admitir esta situación. Todos tenemos una batalla que librar con cada decisión que tomamos.
Sin embargo, debemos confiar en que el EspÃritu Santo hará su obra en nosotros. Debemos confiar en el hecho de que a través del EspÃritu Santo podemos distinguir claramente la voluntad de Dios. A través de poner nuestra mente en el EspÃritu (nuestros pensamientos, sentimientos y deseos) somos renovados para ser capaces de ver lo que es bueno, aceptable y perfecto. «No os conforméis a este mundo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestra mente, para que por medio de la prueba podáis discernir cuál es la voluntad de Dios, lo que es bueno, aceptable y perfecto». (Romanos 12:2).
Entonces, ¿Dónde nos deja esto?
Por desgracia, las decisiones importantes seguirán siendo difÃciles. Al igual que Pablo, lucharemos por tomar las decisiones correctas. Nosotros hacemos lo que no deseamos hacer. Aunque queremos hacer lo que es correcto, en lugar de ello nos encontramos haciendo lo que es pecaminoso. Aunque la voluntad moral de Dios nos ha sido revelada en su plenitud, la Biblia puede seguir siendo difÃcil de entender.Sin embargo, tomar la decisión correcta es mucho menos complicado de lo que pensamos. No tenemos que esperar a que Dios nos revele mágicamente la decisión correcta. No tenemos que tener miedo de tomar la decisiones equivocadas. Esto es importante. A través de la fe, somos hechos justos. Nuestras decisiones moralmente equivocadas son «lavadas». Tomar una decisión equivocada no arruinara el plan de Dios para nosotros. Simplemente no somos tan poderosos y no tenemos el control. SerÃa arrogante pensar que lo tenemos (Santiago 4:14-15).
Esto nos deja con la libertad y la responsabilidad de tomar decisiones correctas, como un niño que conoce la voluntad de su Padre. Para poder hacer esto, tenemos que sumergirnos en Su Palabra, aprender la sabidurÃa, la definición del bien y el mal, y confiar en que el EspÃritu Santo hará su obra en nosotros y en las personas que nos rodean. Debemos pedir consejos a las personas sabias de nuestra vida (Proverbios 12:15; 19:20-21; 1 Reyes 12:1-20), y en última instancia todo se reduce a esto:
«Digo, pues: anden por el EspÃritu, y no cumplirán el deseo de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el EspÃritu, y el del EspÃritu es contra la carne, pues estos se oponen el uno al otro, de manera que ustedes no pueden hacer lo que deseen. Pero si son guiados por el EspÃritu, no están bajo la ley. Ahora bien, las obras de la carne son evidentes, las cuales son: inmoralidad, impureza, sensualidad, idolatrÃa, hechicerÃa, enemistades, pleitos, celos, enojos, rivalidades, disensiones, herejÃas, envidias, borracheras, orgÃas y cosas semejantes, contra las cuales les advierto, como ya se lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.Pero el fruto del EspÃritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio; contra tales cosas no hay ley» (Gálatas 5:16-23).
Fuentes
- Sahakian, B. J. y Labuzetta, J. N. (2013). Malas jugadas: cómo se equivoca la toma de decisiones y la ética de las drogas inteligentes. Londres: Oxford University Press.
- Wansink, B. & Sobal, J. (2007). Mindless eating: Las 200 decisiones alimentarias diarias que pasamos por alto. Environment and Behavior, 39:1, 106-123
- Friesen, G., y Maxson, R. J. (2004). La toma de decisiones y la voluntad de Dios: A Biblical Alternative to the Traditional View (Twenty-Fifth Anniversary, Revised and Updated ed.). Multnomah
- Waltke, B. K. (2016). Encontrar la voluntad de Dios: ¿Una noción pagana (Segunda ed.). Eerdmans.
- Archivos de Tim Mackie. (2017, 21 de agosto). Sed llenos del EspÃritu – Todo es nuevo [Efesios] Tim Mackie (el proyecto bÃblico).YouTube.
[1]Ambas imágenes han sido adaptadas del libro de Garry Friesen La toma de decisiones y la voluntad de Dios.