
(Proverbios 3:3-4)
Lectura: Proverbios 3:3-4
Cuando Dios se reveló a Moisés, Él le dijo: «El Señor, es un Dios misericordioso y clemente, lento para la ira y lleno de amor y fidelidad…» (Éxodo 34:6). Así es como Dios se expresó de sí mismo. El proverbio de hoy nos anima a demostrar permanentemente en nuestras vidas ese amor firme y esa fidelidad; en otras palabras, a reflejar el carácter de Dios. Atarse al cuello el amor firme y la fidelidad, y escribirlos en las tablas del corazón, es una exhortación poética a no olvidar nunca estas virtudes. Estas deben estar siempre visibles en tu vida, y deben dar forma a tu alma.
En la carta a los Gálatas, estas virtudes se mencionan como fruto del Espíritu Santo. Que nos dice:«Pero el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí» (Gálatas 5:22-23). Por tanto, si el Espíritu Santo mora en tu corazón, te transformará según la imagen de Dios. Él te capacitará para dar este fruto que agrada a Dios.
Si tuvieras que describir tu propio carácter, ¿se aplicarían las palabras «amoroso» y «fiel»?