Como muchos saben o al menos se imaginan, migrar, ya sea solo con pareja, tendrán que enfrentarse a una nueva cultura, otro idioma y otras costumbres suele ser un desafío, pero no son pocas las parejas que apuestan por probar suerte en diferentes lugares del globo.
Entonces, ¿cuáles serían algunas de las preguntas que ambas personas deben hacerse antes de decidir emigrar en pareja
Sebastián Girona, psicólogo especialista en vínculos que emigró con su familia a España hace varios años, no solo vivió esto de primera mano, sino que afirma a Clarín que parte de sus pacientes vivieron lo mismo.
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Son muchos los cuestionamientos que surgen cuando se emigra en pareja, ya que al final, los sentimientos y personalidades como sus decisiones son individuales. Solo están sujetos a un pacto o acuerdo de estar juntos en las buenas y en las malas. Esto último, es la verdadera prueba.
A modo de orientación, el psicólogo propone hacerse estas preguntas previamente tanto de forma individual como en pareja.
Siete preguntas esenciales a hacerse antes de emigrar en pareja
1. ¿Qué tan sólida es la pareja
“Una de las primeras cosas es preguntarnos qué tan sólida es la pareja, si nos conocemos hace 6 meses, hace 5 años, si hemos pasado varias crisis. Mirar cómo son los cimientos de la relación, porque los vamos a necesitar”, explica Girona.
2. ¿Cuál es el “para qué” de cada uno?
Ambos tienen que identificar sus propósitos individuales, además del proyecto de vida común. No tienen que ser idénticos, pero cuestionarse ‘para qué estoy emigrando con mi pareja’ y coincidir en algunas metas puede ayudar a reforzar los objetivos comunes al dar ese paso.
3. ¿Sabemos manejar expectativas realistas sobre lo que nos espera
Emigrar implica cambios radicales como desafiantes y de acuerdo a los motivos que cada persona tenga para salir de su país de origen, conservar el entusiasmo y el empuje con una mirada realista es una de las claves.
Por lo que es importante trabajar la paciencia con pequeñas victorias en un principio como equiparse de cosas y situaciones de superación para manejar bien las expectativas.
4. ¿Nos vamos en igualdad de condiciones?
Uno de los puntos álgidos en el que el escritor hace hincapié es el de poder discutir si ambos miembros de la pareja se van en igualdad de condiciones, sin sacrificar su autonomía o los propósitos a los que se refería anteriormente.
El escenario más idóneo para ambos adultos es “poder replicar la ecuación y las dinámicas sanas que teníamos en nuestro país”. ¿Y qué pasa si solo una de las personas va con un empleo asegurado?
“Si yo me voy con trabajo y mi pareja no, eso me tiene que preocupar a mí también, es un motivo fundamental para la pareja que ambos tengan cosas que hacer, es sano para la relación y evita conflictos, frustraciones y que la persona que está desocupada se vuelva muy dependiente”, indica.
5. ¿Podemos ver esto como una aventura
Hay casos muy complejos que deben verse de manera individual y no creo que podamos generalizar justamente por eso.
Pero la lógica es la siguiente: como nadie puede decir que va a vivir en un lugar para siempre, aunque tenga ese deseo y quizá se quede 10 años, 20 años o toda la vida, una estrategia que puede servir, es pensar “vamos a probar suerte”.
Es decir, aplicar una estrategia que sirva para desdramatizar situaciones difíciles, que ayude a mantener la calma.
6. ¿Cuál es el lugar que nos brinda mayores posibilidades?
Poner sobre una balanza diferentes destinos es uno de los pasos inherentes a la decisión de emigrar. Investigar sobre aquellos países que brinden mayores oportunidades laborales, la regularización de un estatus legal y una calidad de vida superior es una de las preguntas que debe plantearse la pareja.
7. ¿Somos capaces de acordar cómo queremos recibir a nuestros familiares y amigos?
La pareja que se ha establecido en un lugar y cuenta con cierta estabilidad, recibir a familiares y amigos por una temporada o porque desean emigrar puede ser una fuente de desacuerdos si no se discute.
Es recomendable conversar y consensuar cómo sería ese recibimiento. La clave está en conciliar y expresar cuáles son los tiempos en que nos sentimos cómodos para recibir a los demás. Pero siempre tiene que mediar el diálogo y no la imposición.
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En resumen, el desafío de migrar, en pareja, no solo puede aumentar la resiliencia individual, puede ser un desafío que fortalece a la pareja si van con madurez y coherencia.
La comunicación con tu pareja es importante porque estás entrando a un lugar completamente nuevo, con gente nueva y sentir ese apoyo es vital”.
(I)
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