
¿Qué podemos aprender de la historia de la vida de Isaías?Isaías fue un profeta que vivió en el siglo VIII antes de Cristo. Escribió uno de los libros proféticos más extensos de la Biblia (véase este artículo para un resumen de su contenido). Además, escribió algunos libros históricos que se han perdido (véase 2 Crónicas 26:22, 2 Crónicas 32:32). ¿Quién fue este profeta y qué podemos aprender de la historia de su vida
Antecedentes históricos
Isaías vivió «en los días de Uzías, Jotam, Acaz y Ezequías, reyes de Judá» (Isaías 1:1). En esos días, el reino de Judá estaba amenazado por el creciente poder de los asirios, por lo que intentaron formar alianzas con otros reinos (que Dios no aprobaba y que no salieron bien). Fue una época de gran agitación política.
La Biblia nos dice que Isaías era hijo de Amoz, pero esa es toda la información personal que conocemos sobre este profeta. Una tradición judía (que no aparece en la Biblia) dice que el padre de Isaías era hermano del rey Amasías de Judá, lo que implicaría que Isaías era de la familia real. El libro de Isaías sí deja claro que estuvo casado y que tuvo hijos con nombres muy extraños y proféticos (véase Isaías 7:3, 8:3).
La vocación de Isaías como profeta
En Isaías 6, leemos sobre una visión que tuvo Isaías. En esta visión, vio al Señor en su esplendor y santidad rodeado de serafines. Isaías quedó profundamente impresionado y dijo: «¡Ay de mí! Porque estoy perdido; porque soy un hombre de labios impuros, y habito en medio de un pueblo de labios impuros; porque mis ojos han visto al Rey, al Señor de los ejércitos». (Isaías 6:5). Pero Dios lo designó como profeta. Recibió un extraño encargo: «Ve y di a este pueblo: Seguid oyendo, pero no entendáis; seguid viendo, pero no percibáis. Entorpece el corazón de este pueblo, y agrava sus oídos, y ciega sus ojos; no sea que vea con sus ojos, y oiga con sus oídos, y entienda con su corazón, y se convierta y sea sanado.» (Isaías 6:9-10)
Isaías predicó al pueblo, pero Dios le dijo de antemano que no oirían, y que el pueblo sería desterrado y su tierra se convertiría en un desierto. El libro de Isaías está lleno de profecías, no sólo sobre el juicio de Dios que se avecina, sino también sobre la esperanza futura más allá del exilio, cuando Dios restauraría la situación desesperada de Israel. Además de predicar, Isaías también promulgó las advertencias de Dios. En Isaías 20:2-4, por ejemplo, leemos cómo «anduvo desnudo y descalzo durante tres años como señal y presagio contra Egipto y Cus».
Isaías y los reyes de Juda
En múltiples ocasiones, Dios envió a Isaías como su mensajero a los reyes de Juda. A veces sus mensajes eran reconfortantes y tranquilizadores, pero también anunciaba el juicio de Dios que se avecinaba.
En 2 Reyes 18-19 se relata cómo el rey Ezequías se encontraba en una situación muy difícil, ya que la ciudad de Jerusalén estaba sitiada por los asirios. Además de clamar su desesperación ante Dios, el rey envió a algunos altos funcionarios al profeta Isaías y le pidió que «elevara su oración por el remanente que queda». Isaías aseguró al rey que Dios «hará que [el rey asirio] caiga a espada en su propia tierra» (2 Reyes 19:4-7, Isaías 37:4-7). Y sus palabras se hicieron realidad. El rey Ezequías y el profeta Isaías tenían una relación amistosa, ya que ambos amaban y temían a Dios. Pero Isaías no dudó en decir la verdad cuando el rey Ezequías pecó (ver 2 Reyes 20:14-19, Isaías 39:3-7).
Isaías sigue confiando en Dios
Los mensajes del profeta Isaías no siempre fueron agradables. Tuvo que anunciar que Dios destruiría a su amado pueblo por su continua pecaminosidad. Pero también habló de un futuro Mesías y de la restauración de Israel. El propio Isaías murió mucho antes de que cualquiera de estas futuras bendiciones se hiciera realidad. Confiaba plenamente en Dios aunque no viera el cumplimiento de muchas de las profecías que dio. «Esperaré al Señor, que esconde su rostro de la casa de Jacob, y esperaré en él» (Isaías 3:17). El apóstol Juan comenta que «Isaías dijo estas cosas [profecías particulares] porque vio su gloria [la del Mesías] y habló de él» (Juan 12:41). Aunque Isaías vivió cientos de años antes que naciera el Mesías, «vio su gloria» por fe y se regocijó en las promesas de restauración y bendición de Dios.
Algunas lecciones para nosotros
Isaías fue un siervo fiel de Dios, aunque su encargo no fue fácil. Que su ejemplo nos inspire a llevar a cabo con fidelidad las tareas que Dios quiere que hagamos.
Isaías creyó en las promesas de Dios, aunque no vio su cumplimiento. Él «caminó por fe, no por vista».