
“Entonces Judas, tomando la tropa romana, y a varios guardias de los principales sacerdotes y de los fariseos, fue* allá con linternas, antorchas y armas.4 Jesús, sabiendo todo lo que le iba a sobrevenir, salió y les dijo: «¿A quién buscan?». 5 «A Jesús el Nazareno», le respondieron. Él les dijo: «Yo soy». Y Judas, el que lo entregaba, estaba con ellos. 6 Y cuando Él les dijo: «Yo soy», retrocedieron y cayeron a tierra. 7 Jesús entonces volvió a preguntarles: «¿A quién buscan?». «A Jesús el Nazareno», dijeron. 8 Respondió Jesús: «Les he dicho que Yo soy; por tanto, si me buscan a Mí, dejen ir a estos».9 Así se cumplía la palabra que había dicho: «De los que me diste, no perdí ninguno “ (Juan 18:3-9).
Jesús advirtió a los líderes judíos que ellos morirán si no creían en Él, pero hicieron caso omiso a esta advertencia. ¡Por el contrario, ellos mandaron soldados para arrestarle! Cuando los soldados dejaron en claro que buscaban a «Jesús de Nazaret», Él simplemente les dijo: «Yo soy» y no intentó escapar. Al escuchar esto, los soldados retroceden y caen al suelo. Ellos experimentaron el poder sobrenatural de las palabras de Jesús, como leemos en otras partes de la Biblia.
Finalmente, eso es lo que Jesús está haciendo aquí: Él no solo afirma que es el hombre que buscan, sino que también Él es Dios. Cuando Dios se revela a sí mismo, la gente o retrocede y cae al suelo, o caen y adoran. Ellos quedaron en shock a punto de desmayarse, o quedarse sorprendidos en gozo y reverencia.
¿Puedes ver lo crucial que es la diferencia ¿Cuál es tu reacción cuando lees estas historias sobre los dichos de Jesús diciendo que Él es Dios?