Algunos se preguntarán: ¿por qué se dio la luz de Dios en forma de lenguaje? ¿Cómo es concebible que lo divino se contenga en vasos tan frágiles como las consonantes y las vocales?

Esta pregunta delata el pecado de nuestra época: tratar con ligereza el éter que transporta las ondas luminosas del espíritu. Qué otra cosa en el mundo es tan capaz de unir al hombre y al hombre a través de las distancias en el espacio y en el tiempo?

«De todas las cosas de la tierra, sólo las palabras nunca mueren. Tienen tan poca materia y tanto significado.»
La Biblia no trata de la divinidad, sino de la humanidad. Al dirigirse a seres humanos sobre asuntos humanos, ¿qué lenguaje debería emplearse sino el del hombre? Y, sin embargo, es como si Dios tomara estas palabras hebreas e insuflara en ellas Su poder, y las palabras se convirtieran en un cable vivo cargado con Su espíritu.

«Hasta el día de hoy son guiones entre el cielo y la tierra».
– Rabino Abraham Joshua Heschel

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