Este es Mi mandamiento: que se amen los unos a los otros, así como Yo los he amado. (Juan 15:12)

Jesús cumplió plenamente todos los mandamientos divinos, incluido el mandamiento de amor hacia los demás.
El amor de Dios por la humanidad es tan profundo que el Padre envió a su Hijo único, quien se dispuso a negarse a sí mismo, a nacer como un bebé humano y a sufrir una muerte terrible con el fin de que los seres humanos puedan obtener vida eterna en lugar de muerte eterna. Este es el amor supremo.

Dios hizo un sacrificio total para salvar a la humanidad.

Juan afirma con justificación que «Dios es amor» (1 Juan 4:8), y Jesús proclama: «No hay mayor amor que dar la vida por sus amigos» (Juan 15:13).

Es asombroso que Jesús ofreciera su vida no solo por sus amigos, sino también nos reconcilió con Dios mientras éramos enemigos (Romanos 5:10). Es difícil comprender la amplitud, longitud, altura y profundidad de ese amor (Efesios 3:17-19).

Jesús nos ordena mantenernos en su amor y amarnos mutuamente como él nos amó (Juan 15:12). Este es un estándar elevadísimo, y solo es posible al mantenernos en él (Juan 15:5).

¿Te mantienes en el amor de Jesús?

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