
“¿Puede una mujer olvidar a su niño de pecho, sin compadecerse del hijo de sus entrañas?
Aunque ella se olvidara, Yo no te olvidaré» (Isaías 49:15)
La relación de los israelitas con Dios, se caracterizó por su recurrente infidelidad y el justo castigo y amorosa corrección que recibieron de Dios. La relación tocó fondo cuando el Señor permitió que reyes extranjeros llevaran a Israel al exilio. Así, el pueblo se quejó de que Dios los había abandonado y olvidado (Isaías 49:14).
Pero esto no era así. El juicio que Dios emitió sobre ellos era difícil, pero esto no era prueba de que Él hubiera abandonado a su pueblo.Por el contrario, el profeta Isaías le dijo al pueblo de Israel que Dios nunca se olvidaría de ellos, así como una mujer no olvidaría a su bebé. Y aunque una madre lo hiciera alguna vez, Dios no lo hará
De igual manera, cuando Jesús regreso a su Padre en el cielo, Él le aseguro a los apóstoles: «Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo» (Mateo 28:20).
En nuestra desesperación, podemos gritar: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?». Y es que a veces Dios puede sentirse muy distante y nos preguntemos si el Señor escucha tus oraciones. Si acaso te encuentras en esta situación, recuerda que: “Cercano está el Señor a los quebrantados de corazón, Y salva a los abatidos de espíritu” (Salmo 34:18).
¡Dios no se olvida de ti!