
«Porque Él habló, y fue hecho; Él mandó, y todo se confirmó» (Salmos 33:9)
Porque él habló, y se hizo; él ordenó, y se mantuvo firme. Dios es todopoderoso.
Cuando creó el mundo, El sólo tuvo que hablar y todo se hizo realidad. Desde entonces, El no ha perdido ese poder y sigue siendo todopoderoso; Él sostiene y gobierna el mundo.
Por una parte, este conocimiento puede hacernos temblar. Nuestro Dios es realmente grande, y nosotros sólo somos insignificantes seres humanos. Esta omnipotencia nos llena de asombro. Esto mueve a David a cantar: «Señor, Señor nuestro, ¡qué majestuoso es tu nombre en toda la tierra!» (Salmo 8).
Pero también es enormemente reconfortante saber que Dios tiene el control, y no satanás o los seres humanos, o un destino desconocido. El mundo no está abandonado a su suerte, sino que es gobernado por su Creador todopoderoso. Él tiene un propósito, y nada puede impedir que lleve a cabo su plan. Sin embargo, esto sólo puede reconfortarnos si creemos que Dios es bueno, sabio y digno de confianza.
¿Confías en eso?