«Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre Y no abandones la enseñanza de tu madre; Porque son guirnalda de gracia para tu cabeza, Y collares para tu cuello.» (Proverbios 1:8-9)

Lectura: Proverbios 6:20-23

Los niños tienden a pensar que saben más que sus padres. También los adultos están seguros de que saben más que los demás. Pero al “hijo” de la cita bíblica de hoy se le aconseja que preste atención a las palabras de sus padres y viva de acuerdo con sus consejos. Esto no solamente es algo razonable (por lo general), sino que también coincide con el mandamiento de Dios de «honrarás a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que el Señor, tu Dios, te da» (Éxodo 20:12).

En primer lugar, los padres tienen la responsabilidad de enseñar a sus hijos acerca del Señor; la Biblia lo subraya en varias ocasiones. Pero, los padres, también pueden transmitir sabiduría sobre la vida cotidiana que es muy valiosa para los jóvenes inexpertos. El poema al final del libro de los Proverbios describe a la «madre ideal»: «Ella abre su boca con sabiduría, y la enseñanza de la bondad está en su lengua» (Proverbios 31:26). ¡Qué estúpido sería renunciar a una enseñanza tan buena!

Si eres joven y tienes padres, tutores o cuidadores que te aconsejan, asegúrate de escuchar atentamente sus instrucciones. También, si eres maestro de niños, ¡toma en serio tu responsabilidad! La buena enseñanza es como una joya preciosa que tiene un gran valor.

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